A Marlene Paredes (la princesita de la sonrisa alegre)

Mi amada Marlene eres si duda alguna interesante, mas allá de lo que siento por ti, en mi cada día créese ese amor que siempre te vengo prometiendo y que de apoco y de a ratos te estoy cumpliendo, al pie de la letra, sin ninguna variante porque me gusta ser sincero contigo y es mas porque desde que te conocí me hice una promesa a mi mismo en que tu seas mi esposa para toda la vida y mira que no he cambiado de parecer por muy grande que sean las circunstancias que nos rodean y eso me hace sentir feliz, claro alado tuyo compartiendo los pequeños momentos y esos inolvidables detalles que te demuestro.

Me gustó escucharte decir que ya estabas intentando quererme así como yo te quiero, pero no importa me basta con esa paz que le das a mi existencia, con esa ganas con que me besas y te ríes, hasta creo en los sueños porque el mió se me cumplió y se me esta cumpliendo, eso de que seas mi enamorada de abrazos y besitos y te juro que nunca/nunca me cansare así se cansen las palabras de decirte que te quiero y que te amo porque es eso lo que siento y extraño y con todo el sentimiento del caso, es que tu para mi eres como el aire , el mar y el viento y todo lo que se pueda inventar la bendita poesía solo por seguir viviendo gracias a voz y a tu inigualable sonrisa de ayer de hoy y de toda la vida.

Tu Marlene le das sentido y existencia a mi vida le has dado un giro total a mis cosas y a mis ideas, por ti pienso mas y de la mejor manera, por ti escribo mas y como poeta, mas de lo que he sido, por ti y solo por ti me da ganas de tener unas ganas de estar cada día mas a tu lado con tus ganas y tu encanto que no es otra cosa que el movimiento de tus manos ese lenguaje sin palabras pero con un sentido mas grande de lo que tu me dices así como tu mirada y toda tu figura de mujer ilustrada.

Mi amada y adorada Marlene tu toda breve e inteligente capaz de hacerme enamorar cada día mas y seguido, tu intelectual en cada palabra que pronuncias y callas, en cada respiro que das y que recibes en el silencio y en la alegría, en los poemas que se me ocurre cada cierto tiempo y a veces como siempre seguido, y ves te acuerdas como el poema que lo ponderaba a todos los compañeros y desconocidos

“Boy a gritar a los cuatro vientos que te amo /boy a recorrer los siete mares diciendo que te amo / por los cinco continentes / por todas partes que te amo /boy a publicar en los diarios / a decirlo en la radio / a publicitarlo en la televisión/ a escribir en los pupitres de las aulas, en las escuelas / en las bancas de los salones y restaurantes/ en los baños públicos y privados / en las paredes boy a dibujar la palabra que te amo como nadie lo a echo / para que se mueran de envidia todos aquellos que no quieren que lo nuestro sea real/ en todas partes y en todos los lugares/ en el campo en la ciudad/ boy a decir y a gritar a pulmón abierto que te amo y te amo de verdad…”

O como aquel poema que me ase soñar en ti y que una vez me equivoque de contenido y tu te reías de mi ocurrencia

“Mujeres como piedras en un rió/ como estrellas en el cielo…/ mujeres como tu a miles/ pero es a ti, solamente a ti es a la que yo quiero amo y respeto/ no quiero mas, no quiero otras por muy parecida que sean/te quiero solamente a ti y te quiero…”

Y muchos otros mas que te lo he dicho y que te lo diré todo a su debido momento por esta vida citadina de los dos que vivimos en la cotidianidad de las cosas, ya que soy un romántico de los que ya no hay de los pocos que quedan.

Sin mas que decirte porque ya se me acaba el papel o la tinta te digo que eres todo absolutamente todo para mi y te boy a conquistar día a día de todos los días que me quede para ti con mis besitos con mis carisias y con todas mis palabras boy hacer que te enamores de mi y cuando estés enamorada mas y mas te boy amar y esto lo digo como un juramento a mi y a ti claro por supuesto a tu adorada hijita que se lo merece tanto por sobre todas las cosas que pasen entre tu y yo, entonces hasta luego amor mió y único, hasta siempre te amo/te amo…



Cristian Agudo Andrade (1980)